En el cementerio podemos reconocer las clases sociales y el devenir histórico, sociológico, económico, ideológico y demográfico de Avilés, una villa marinera y comercial que durante el siglo XX deviene en industrial.
Los humanos nos situamos en la realidad a través de los símbolos. Somos animales simbólicos. Mediados los símbolos vivimos: nacemos, crecemos, comemos, amamos, nos reímos, odiamos, defecamos… y morimos. Las cosas son, además de lo que son, lo que significan. Los símbolos y sus significados son nuestro mundo pensante.
En ese intento de racionalizar nuestras experiencias, de dar significado y sentido a nuestras vidas, también intentamos simbolizar y dar significado a aquello de lo que directamente no sabemos nada, de lo que no tenemos ninguna experiencia. Racionalizamos, simbolizamos la muerte. La pensamos, representamos y comunicamos con el propósito de trascender nuestra propia finitud. A través de los símbolos y el pensamiento vamos más allá de esa finitud que somos.
De toda comunidad humana que tenemos conocimiento, sabemos que tiene (tenía) rituales y simbología funeraria. De hecho esa simbología forma parte de la conducta compleja que nos define. Esos símbolos funerarios representaban el reconocimiento social de los muertos y sus linajes, y nos informan sobre los valores sociales, morales y religiosos de cada una de esas comunidades.
Un ejemplo de esa búsqueda de trascendencia e infinitud, de voluntad de poder y reconocimiento social, de espacio inerte que representa la vida de una comunidad, lo tenemos en el cementerio de La Carriona de Avilés. Su urbanismo, su arquitectura… sus panteones y símbolos mortuorios nos dicen quién es quién en esa villa. La Carriona nos muestra quien tiene (tuvo) poder y posibles y quien no.
En el cementerio podemos reconocer las clases sociales y el devenir histórico, sociológico, económico, ideológico y demográfico de una villa marinera y comercial que durante el siglo XX deviene en industrial.
Los símbolos presentes (o ausentes), y el lugar que ocupan en el cementerio son indicios de la lucha fratricida, sublimada en ideologías políticas enfrentadas, que sufrió la sociedad avilesina (y española) durante el siglo XX, son claros indicios de quienes fueron los vencedores y los vencidos.
La Carriona nos da información sobre las huestes de mano de obra venida, con una mano delante y otra detrás, al calor de la construcción de los altos hornos y nos dice quien es “de Avilés de siempre”.
El espacio inerte de la Carriona es un modelo paradigmático donde se refleja el espacio vivo y ruidoso de la villa de Avilés.
Enlaces
Un paseo por La Carriona, Avilés. Texto+ Video
Centro de Interpretación del Cementerio de La Carriona (CicLaC)